jueves, 15 de enero de 2009

niño genio

De chiquito me caí de cabeza saltando de la rama de un árbol. Me saqué la entreputa. Quería ser como mi hermano mayor y todos sus amigos, también mayores que yo. Vivíamos frente a un gran parque, salpicado de algunos algarrobos, hermosos y seductores, y era costumbre conquistarlos si pretendías de alguna manera ser considerado un mayor. Pero era un enano y mis brazos no alcanzaron nunca la rama prometida. Quede inconsciente por un buen tiempo.                                           
Mi padre me cuenta que vio todo desde la ventana de su habitación, y quedó petrificado, lo cual me parece tan extraño pues suele ser un tipo calmado y seguro. Mi abuelo me decía que atravesó el parque corriendo para tomarme en sus brazos y llevarme a casa. El que era tan tranquilo y sereno. Martín, mi hermano, corrió a casa junto con mi abuelo dejando atrás a sus pasmados amigos, mas pasmados aun pues nunca lo habían visto correr tan rápido.
Me baso en testimonios, queda muy poco en mi memoria de aquel acontecimiento: la expresión de fastidio y preocupación de Martín, las sonrisas pendejas de mis amigos, la emoción del reto, el miedo. Episodios borrosos antes de la caída.

sigue...